miércoles, 20 de junio de 2012

Misceláneos.




Varios sentimientos en un mismo cuerpo. Hormonas, invadidas de deseos mentales: ganas de luchar y de rendirse a la vez, de persistir y de huir, de querer y ser querido, y de odiar y ser odiado. De decir un "Tierra, trágame" y que se haga realidad, o de decir "Voy a comerme el mundo" y desear poder quedarse lleno.
Varios sentimientos en un mismo cuerpo que no da más de sí, que no puede albergar tantas variaciones repentinas, un cuerpo al que le cuesta habituarse al nuevo estado físico al que se somete. Cambios por fuera y por dentro, de personalidad, de pasividad, de rebeldía. Cambios que todo el mundo ha sufrido, pero que parece ser que nadie recuerda.
Nadie nos hace caso, nadie nos quiere como nosotros queremos que nos quieran. Nadie es lo suficientemente bueno para ti o no eres lo suficientemente bueno para nadie. Eres feo y guapo a la vez, musculoso y gordo al mismo tiempo, demasiadas contradicciones en una misma edad, en un cuerpo lleno de variaciones. El nuestro es un cuerpo en el que, cualquier cosa que nos pase, puede ser la gota que colme el vaso.
Ganas de diversión, de relax, de tardes apasionadas, o por el contrario divertidas, independencia y libertad, pasividad y pasotismo. Somos caseros y callejeros, siempre queremos estar en la calle, aunque no perdemos una oportunidad para subir a casa. Algunos desarrollan doble personalidad, o simplemente se inventan alguna para sacar provecho de ti.
Vergüenza y miedo, querer divertirse y al instante siguiente sentir que estás haciendo el ridículo. Eres como un mago, nada por aquí, nada por allá, y de repente un sentimiento que creías enterrado durante un tiempo aflora y te bloquea.
Y así podría continuar una vida, explicando el increíble cambio que sufrimos a nuestra edad, pero tengo que estudiar, porque si no mis padres me castigan. Aunque en cierta parte, me da igual.
Los adolescentes son misceláneos de personas a las que quieren parecerse con un toque salado de quienes realmente son. Y, demasiadas veces, son excesivamente dulces.

lunes, 4 de junio de 2012

Personas, y sentimientos, y amor, y miedo.

¿Nunca habéis conocido a una persona que te inspire admiración, o que te inspire pasión, o locura, o alegría, u odio, o nerviosismo?
Hay muchísimas personas que nos inspiran sentimientos.
Algunas nos producen rechazo, nos agobian o simplemente nos estresan, hace que nos volvamos locos o que nos entre dolor de cabeza. Ese sentimiento de querer pegar a una persona, no porque te haya hecho algo malo, sino simplemente porque sientes que ese día está en el lugar inapropiado y en el momento inapropiado, ¿no habéis sentido eso? Sin embargo, pese a que has querido golpearla, empujarla, mandarla callar o cualquier reacción que sería de un registro borde, no lo habéis hecho.
Otras personas nos producen sentimientos afables, como si algo en nuestro interior se revolviese cuando compartimos buenos momentos con ellos. Como si el corazón se te encogiese porque notas que es la alegría el que ocupa su lugar, y el estómago desapareciera del vientre porque las carcajadas que te invaden lo presionan demasiado. O cuando te entran ganas de reír sin ton ni son, porque despiertan esas personas lo mejor de ti, cuando quieres abrazarlas sin parar, ¿no os ha invadido el cuerpo ninguna vez con ese sentimiento? Sin embargo, muchas veces, no los abrazamos, no les sonreímos, simplemente por no parecer pesados o ñoñas.
En cambio, otras personas, nos producen pasión. Amor. Esas ganas de mirarla y sentir que todo alrededor se nubla, que aun que alguien te esté llamado estés embobada viendo a esa persona que te fascina, que te ilumina, que te guía el camino, aun que muchas veces haya que sufrir en él. Cuando esas personas te corresponden, la vida te sonríe de forma extraordinaria; cuando no, siempre te conformas con haberla conocido. Sientes que estarías toda la vida abrazada a ella, que la besarías el cuello y acabarías en sus labios, que la mirarías a los ojos hasta desgastárselos y la susurrarías al oído tantos "te quiero" como estrellas haya en el cielo. Sin embargo, pese a querer llevarnos por esos sentimientos, hay veces que nunca llegamos a decirlas lo mucho que las queremos, o el vacío que dejarían en cada uno de nosotros si abandonaran nuestras vidas.

Las personas sentimos, odiamos, nos encariñamos, queremos, amamos, deseamos, añoramos, lloramos, reímos, disfrutamos, nos alegramos, abrazamos, susurramos, besamos, nos tocamos, dormimos, soñamos, compartimos sueños, escribimos, cantamos, sentimos, volvemos a querer, volvemos a desear, a añorar, a llorar, a reír, a disfrutar, a amar, volvemos a sentir... Y día tras día sentimos.

Sí, día tras día sentimos, y así, día tras día ocultamos nuestros sentimientos bajo un tupido velo, teniendo miedo al qué dirán. Pero siempre olvidamos que las personas que dirán esconden sus sentimientos de la misma manera, los ocultan por miedo a otros.

Y por último, las personas nos tememos.